Efectos del cambio climático en el uso de agroquímicos e insecticidas
El cambio climático está afectando la agricultura chilena de múltiples formas, alterando los patrones climáticos, la distribución de las plagas y las enfermedades en los cultivos. Estos cambios están obligando a los agricultores a adaptar sus estrategias en el uso de agroquímicos e insecticidas para proteger sus cultivos de manera eficaz.
Una de las principales consecuencias del cambio climático es el aumento de temperaturas y la modificación de las estaciones de crecimiento. Esto ha generado una mayor presencia de plagas y enfermedades, extendiendo las temporadas en las que las plantas están expuestas a estos riesgos. En cultivos como las uvas y los arándanos, que son altamente sensibles a los ataques de plagas, los agricultores han tenido que ajustar sus calendarios de aplicación de insecticidas y fungicidas para cubrir estos nuevos periodos de riesgo.
Además, el cambio en los patrones de precipitación, con temporadas más secas y menos previsibles, ha hecho que los suelos sean más vulnerables. La aplicación de agroquímicos en estas condiciones requiere una precisión mucho mayor para evitar la escorrentía y la contaminación de cuerpos de agua cercanos, lo que obliga a los agricultores a invertir en tecnologías de precisión.
El uso de agroquímicos también se ha visto afectado por la resistencia que algunas plagas están desarrollando debido a su mayor exposición a estos productos. Plagas como la polilla de la vid y la mosca de la fruta, presentes en las principales regiones agrícolas chilenas, han mostrado signos de resistencia a los productos convencionales, lo que ha forzado la búsqueda de nuevas soluciones químicas y biológicas.
Para enfrentar estos desafíos, muchos agricultores chilenos están optando por una combinación de control biológico y el uso más selectivo de agroquímicos. Esta estrategia integrada busca minimizar el impacto ambiental y reducir la resistencia de las plagas, garantizando la viabilidad de los cultivos a largo plazo.